Los capitalistas del alimento y los burócratas ineficientes: dos ingredientes de una mala receta
Por: Alexander Marín
Desde los últimos meses del 2012 ha sido muy clara la línea de desabastecimiento, impulsado por sectores parásitos que han hecho del alimento un gran negocio. Muy a pesar de los deseos de Feliz Año, comenzamos un 2013 con el problema más agudo que nunca. Es así cómo se destapa la verdadera intención: esconder para vender a precios absolutamente groseros.
Frente a esta difícil situación se ha visto por parte del Gobierno un nivel de acción –que de cierto modo- ha generado beneplácito en sectores del pueblo, pero, realmente sigue sin ser suficientes, en ocasiones pareciese que se juega al policía y el ladrón. Se encuentra, se decomisa ¿pero quién está preso? Así lo que se crea es un círculo vicioso. Al final los capitalistas buscan recuperar sus pérdidas y lo hacen en el preció final de los productos, el afectado: El Pueblo que vive únicamente de su trabajo.
Ahora, este tema no se puede quedar en superficialidades, por eso es conveniente hacer algunas consideraciones de fondo.
La especulación y desabastecimiento no son causa, son efecto: Qué mejor que comenzar citando a Pepe Mújica (Presidente de Uruguay) con su intervención en la CELAC: “"Nuestra Cultura es funcional a las necesidades del mercado y no necesariamente funcional a las necesidades de la vida”. En el hecho, el problema de especulación y desabastecimiento es intrínseco al modelo de producción capitalista, la ganancia es más importante que satisfacer la necesidad del pueblo. Esta afirmación lleva a una sola conclusión, mientras vivamos en Capitalismo esto será la norma y no la excepción. Por alguna razón Chávez en el programa de la Patria llamaba la atención a no caernos a engaños y estar conscientes de que vivimos en una economía todavía Capitalista, la única salida es ser consecuentes en la construcción de la transición Socialista.
La solución no depende sólo de funcionarios del Estado: Hay una realidad que debemos evidenciar con contundencia, y es que todavía vivimos en un Estado Burgués. Esto implica que todo aquél entramado humano que se desenvuelve en él, está permeado por la Lógica del Capital, y el burócrata es aquél que cede a esa lógica. Si somos detallados podremos observar que gran parte de los productos que distribuye el estado lo podemos encontrar en la economía informal, y mucho más en momentos donde escasean determinado productos ¿y quién es el responsable? Muchos acusan al vendedor –que en parte es responsables- pero poco hablamos de quién colocó ese producto ahí, que a fin de cuenta es quién da vida al negocio, y esa es toda la cadena burocrática.
Desde otro ángulo podemos hablar del papel que desempeña el INDEPABIS. Sin ánimos de caer en alusiones personales, no es posible dejar de mencionar la experiencia con Samán. Mas allá de las apreciaciones personales es muy cierto que fue una de las gestiones con mayor reconocimiento del pueblo, y lo sustancial es que se sentía una práctica consecuente en función de la lucha contra la especulación y el acaparamiento, y hasta hoy es un misterio por qué salió del cargo repentinamente. No hay que ser muy astuto para saber que la lógica del Capital privó sobre el combate a este flagelo, una demostración clara de cómo las contradicciones del Estado burgués –expresadas de cierto modo en el gobierno- frenan las iniciativas progresivas.
Para frenar esto no debe quedar todo en manos de los organismos institucionales, es imprescindible dar paso al poder originario, al poder constituyente. Son los de abajo, los que viven el problema día a día quienes deben tomar esta lucha en sus manos, si no, estamos fregados. (Ver nota de prensa: http://www.aporrea.org/ contraloria/n222208.html)
Los procesos revolucionarios se mueven en permanentes contradicciones y es algo natural, por eso el protagonismo del pueblo bolivariano en la solución de problemas centrales es clave. Como pueblo de manera organizada debe comenzar a ejercer gobernabilidad y dejar claro a los burgueses que CON LA COMIDA NO SE JUEGA.
Construir una real soberanía alimentaria: Parafraseando a Lenin[1] la lucha por el socialismo en ocasiones se reduce a la lucha por nuestra arepa. Es insostenible sostener el proceso revolucionario si la seguridad alimentaria no es plenamente tangible. En eso este Gobierno ha priorizado, ejemplos claros tenemos: Misión mercal, bicentenario y operativos especiales han sido de gran ayuda, y sin negar la validez de mucha de las críticas a estos planes, sería infantil no reconocer lo importante y valiosas que han sido.
Ahora bien, es momento de entrar en medidas de carácter estratégico, y nuestra soberanía alimentaria no es tal si dependemos de la importación. Para dar un salto adelante debemos garantizar el control de la producción y la distribución. Esto sólo será posible dando peso a dos medidas, primero fortalecer y hacer más eficiente los nuevos espacios productivos y segundo apropiarnos de todo el potencial que los capitalistas han construido durante años con el sudor y el esfuerzo de la clase trabajadora y que se puede comenzar porque esté en manos del Estado todas las importaciones de los productos de la canasta básica, por supuesto con un mecanismo de control para que funcionarios de Gobierno no se conviertan en quienes se hagan ricos trayendo la comida del pueblo…porque con la comida del pueblo no se juega!
Para luchar contra los capitalistas demos paso a las claves constituyentes: Debemos concientizar que todo el poderío construido por los sectores del capitalismo, ha sido sobre la base de la explotación de nuestra clase trabajadora. La transición socialista se trata de devolver a los explotados todo el potencial que han construido, y que unos pocos (burgueses) se han apoderado. Por eso no hay que temer a la imperiosa necesidad de confiscar y pasar a propiedad del pueblo y control de los trabajadores.
Sin duda alguna hay debates y dudas por nuestras experiencias prácticas con las expropiaciones. No se puede entender esto como un problema administrativo, es profundamente político. La clase trabajadora y el pueblo bolivariano debe ser consultado, por eso debe comenzar a prepararse un plan nacional de expropiaciones de las áreas fundamentales y luego ir a un proceso refrendario donde el pueblo tenga la oportunidad de dar su opinión. Así es la única manera de abordar una solución de fondo.
POR EL CONTROL DEL PUEBLO BOLIVARIANO Y LOS TRABAJADORES DE LAS AREAS ESENCIALES DE NUESTRA ECONOMÍA
POR EL PODER CONSTITYENTE PARA TOMAR MEDIDAS DE CARÁCTER ESTRATÉGICO.
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